domingo, 3 de mayo de 2015

EL GATITO (1ª Parte)

Cuando le vi, me recordó a Liko.
Estaba acurrucado junto a la rueda y, cuando me agaché para acercarme, se metió debajo del coche.
Le llamé, pero no quería salir. Me miraba con los ojos muy abiertos y, aunque hacía calor, temblaba, supongo que más por miedo que por frío.
No sabía qué iba a hacer para sacarle de allí, pero sí sabía que no podía dejarle.
Me senté en la acera, pensando, y miré a Liko que
estaba a mi lado. Miraba al gatito escondido bajo el coche y se me ocurrió que, tal vez, él pudiera hacerle salir.
-Liko, ve con él- le dije y Liko, me miró un momento y, como si me entendiera, se metió bajo el coche.
Se acercó al gatito, se olieron uno al otro y, después de un rato, Liko se dio la vuelta y salió.
Al instante, detrás de él, apareció el gatito.
Lo cogí rápido para que no se asustara y se volviera a esconder y, aunque me arañó un poco tratando de zafarse, en cuanto lo acerqué a mi, se calmó.
Me lo metí dentro de la chaqueta y nos fuimos a casa.
Subí a mi cuarto, a esperar a que llegara mamá de la compra y, cuando lo puse sobre la cama, me di cuenta de lo pequeñito que era.
Era superpequeño y cuando maullaba decía: -¡Miii, miii, miii! -
Era tan bonito y tan dulce...
Era de color blanco, aunque estaba tan sucio que parecía gris, y se me ocurrió bañarle.
Cuando lo sequé parecía una bolita de algodón. Estaba esponjoso y suave como un peluche.
-Supongo que tendrás hambre, ¿verdad? - le pregunté y le dejé allí con Liko, sobre mi cama, mientras iba a buscarle algo para comer.
Le preparé un poco de leche tibia con unas miguitas de pan porque, como era tan pequeño, no sabía lo que podía darle.
En cuanto se lo puse, empezó a comer. Pobrecito, debía de llevar
mucho tiempo sin comer nada.
Cuando estuvo bien lleno, se acurrucó junto a mi almohada y se durmió. Y Liko, que parecía estar a gusto con él, se hizo una bola y se quedó a su lado.
Por la tarde lo llevamos al veterinario.
Le dijo a mamá que debíamos "desparasitarle" y eso es darle algo para que no tenga bichos que puedan hacerle enfermar.
Le dio una especie de jarabe, que no debía saber muy bien porque no quería tragárselo y, luego, una pasta marrón que me dijo mamá que es para que, cuando se lamiera y se tragara pelos, no se le formaran bolas en el estómago.
Eso sí le gusto y no paraba de relamerse.
El veterinario dijo que estaba sano, que tenía como un mes de edad y nos dio unas bolsitas de comida para gatitos.
En el camino a casa, mamá dijo que no podíamos quedárnoslo.
-Cuando se adopta a un animal hay que ser responsable. - me dijo. -No se puede adoptar porque nos de pena. Un animal no es un juguete o una cosa que podamos dejar en un rincón si nos cansamos de tenerlo. Es un ser vivo que siente, sufre y tiene necesidades y únicamente debemos quedárnoslo si estamos seguros de poder cuidarle como se merece. -
Más tarde, durante la cena, decidimos entre todos que sería mejor buscarle un nuevo hogar. Teníamos que encontrarle una familia que le cuidara bien, que le quisiera mucho y que pudiera darle todo lo que necesitara.
Mientras tanto, se quedaría con nosotros y papá nos advirtió de que no le tomáramos mucho cariño porque, luego, sentiríamos pena al separarnos de él.
Demasiado tarde, en tan solo un día yo ya le quería un montón...
... y Liko, también.







EL GATITO (2ª Parte-Avance)

Dormía, plácidamente, acurrucado junto a Liko.
Casi parecía otro pompón.
Era un gatito precioso y creía que no sería difícil encontrarle un hogar, pero cuando, ese día, pregunté a otros niños en el cole, ninguno podía llevárselo a casa.











EL MUNDO DE ANNETTE está en "Artesanum".
Tienes el enlace para ver la tienda en "artesanía en internet" o entrando en "Mi perfíl- publicaciones".