martes, 10 de enero de 2017

LOS ABUELOS.

El domingo nos fuimos a visitar a los abuelos.
Siempre que vamos me lo paso muy bien. El abuelo juega conmigo a todo lo que yo quiera; a la pelota, al escondite, hasta alguna vez se ha puesto los patines de papá y nos hemos ido a patinar por el pueblo.
La abuela le regaña siempre porque dice que ya es mayor para hacer esas cosa y que se acabará haciendo daño, pero él no le hace caso; me mira, me guiña un ojo y sonríe.
¡El abuelo es genial!
Cuando llegamos, la abuela estaba haciendo la comida y toda la casa olía a tarta de manzana. Ella es una cocinera muy buena y, siempre que vamos, nos prepara un postre muy rico porque sabe que todos somos muy golosos, sobre todo Paul, que siempre se come un gran trozo de tarta y luego dice que le duele la tripa.
Como siempre, me llevé a Liko con nosotros, porque a los abuelos
también les gustan mucho los animales y les encanta verle husmear por toda la casa. Y el abuelo siempre tiene preparadas para él unas ricas zanahorias de su huerto.
Estaba sentada en el suelo, dándole una zanahoria a Liko, cuando Shopie exclamó: -¡Annette, eres tú!- y, ahí estaba yo, con mi pelito de lana azul, en un bonito cuadro en la pared.
A la abuela le encanta hacer manualidades, como decorar cajitas o tejer jersys y bufandas, pero lo que más le gusta es pintar y lo hace muy bien. Y me prometió hacerme un cuadro de Liko para ponerlo en mi cuarto.

Después de comer, el abuelo nos llevó a ver el huerto.
Si a la abuela le gusta hacer manualidades, al abuelo le encanta trabajar en su huerto.
Tiene plantados tomates, lechugas, zanahorias y muchas cosas más, y árboles frutales, como perales y manzanos, que por eso la abuela hace esas tartas de frutas tan ricas.
Mi árbol favorito del huerto del abuelo es el cerezo, y no solo porque me gusten mucho las cerezas; ¡es que me encanta cuando florece!
Se llena de florecitas blancas y rosa clarito, y se pone tan bonito...
Estabamos recogiendo algunas manzanas para llevarnos a casa, cuando el abuelo me dijo: -Ven, Annette, tengo una sorpresa.- y me llevó hacía una pequeña cabañita que no estaba allí la última vez que fuimos.
Cuando nos acercamos, oí como a un pollito piar y, cuando dimos la vuelta alrededor de la cabañita, allí estaban cuatro gallinas y muchos pollitos pequeñitos, amarillos y esponjosos.
¡Menuda sorpresa me llevé! El abuelo no me había dicho que, ahora, también tenía gallinas y sabía que me iban a encantar.
Fue muy divertido darles de comer, porque las gallinas venían tras de mi y los pollitos corrían tras ellas, para no separase de sus mamás.
Y Liko lo miraba todo, como sorpendido, aunque hizo muy buenas migas con los pollitos y, al final de la tarde, ya iban tras él igual que si fuera su mamá.
¡Lo que nos reímos todos!
Pasamos un día muy divertido, y no podía ser de otra manera porque . . . los abuelos son geniales.

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domingo, 10 de enero de 2016

LA FIEBRE.

Cuando me desperté noté mi carita ardiendo y me costaba abrir los ojos.
Paul me dijo que parecía un tomate de los del huerto del abuelo y sé que lo dijo para hacerme reír, pero me sentía tan mal que no me hizo gracia. Él y Sophie me miraban con cara de preocupación y no sabían qué decirme para que me sintiera mejor.
Mamá vino y me puso el termómetro.
- Treinta y ocho y medio - dijo - Hoy no irás al cole -.
Como tenía mucha fiebre, era mejor que me quedase en la cama y Sophie me trajo un zumo antes de irse al colegio porque, cuando estamos malitos con fiebre, es muy importante beber mucho y mejor si son zumos porque tienen vitaminas.
Liko siempre sabe cuándo no me encuentro bien y no se separa de mi lado. Se metió debajo de las sábanas y se acurrucó junto a mí.
Menos mal que sus púas son de lana y no pinchan, ¡¡je,je!!.

Cuando mis hermanos se fueron al colegio, mamá vino a darme jarabe para la fiebre. Había llamado al doctor y le dijo que tenía que comer algo antes de tomarlo para que no me sentara mal, así que me trajo una taza de leche con cacao y galletas.
Yo no tenía mucha hambre pero mamá insistió en que comiera un poco y después me dio una cucharadita pequeña de jarabe porque, aunque sabe a fresa y está muy rico, hay que tomar poquito de cada vez.

En mi mesilla de noche tengo un libro que estoy leyendo y que me encanta. Es la historia de una niña que se encuentra un cuervo y lo cuida. Me lo dejó mi mejor amiga porque a ella le gustó mucho cuando lo leyó y sabía que a mí me gustaría también.

Papá me contó un día que los cuervos son muy inteligentes, que les encanta divertirse jugando y que aprenden muy rápido cualquier cosa. Son muy sociables con la gente, por eso es fácil encontrar personas que tienen cuervos como mascotas y, además, son capaces de aprender palabras y sonidos humanos.
¡Sí que son listos los cuervos!
Empecé a leer un capitulo pero se me cerraban los ojitos, supongo que por la fiebre, y me dormí apenas comencé.

Me despertó mamá, un rato después. Tenía el teléfono en la mano y me dijo: -Es papá-.
Papá estaba de viaje en Africa y me contó que había visto muchos animales y que les había hecho muchas fotos.
Vio leones, gacelas, buitres pero, los que más le gustaron, fueron las jirafas y los elefantes.
Dijo que los elefantes son enormes y que había visto una manada con varias crías. Me contó, también, que las jirafas, cuando se agachan para beber, tiene que hacer mucha fuerza para mantener su largo cuello doblado hacia abajo porque tienen un musculo muy grande y fuerte en el cuello que hace que se mantenga derecho siempre.
A mí me encantan las jirafas.
Una vez vi una de cerca en un zoo y me pareció que tenía una cara muy dulce y que me sonreía. Y como papá lo sabe, me prometió que me traería una jirafa cuando volviese pero pequeñita y de peluche, claro.

A la hora de comer mamá me tomó otra vez la temperatura y, como apenas había bajado, me dio otro poco de jarabe después de tomarme una sopa calentita.
Liko seguía acurrucado junto a mí y sólo asomó su nariz un poco cuando olió la sopa, pero rápidamente se volvió a meter debajo las sabanas.
Al rato de comer me quedé dormida y me desperté cuando oí a mis hermanos reírse. Me parecía que sólo había dormido un ratito y...¡ya era la hora de la cena!
Mientras mamá preparaba la cena, Paul vino a contarme como había sido el día en el cole.
Todos mis amigos le preguntaron por mi y la señorita Estela, también, y todos deseaban que me pusiera bien pronto.
Sophie entró en mi cuarto con una bandeja; traía un sandwich y mi postre favorito: gelatina de fresa, ¡qué rico!, y mamá volvió a ponerme el termómetro.
-Treinta y siete con dos
- dijo. -La fiebre ha bajado. Si mañana ya no tienes, podrás ir al cole-.
¡Uf, menos mal!. Estar todo el día en la cama, con Liko a mi lado, no está mal pero tener fiebre y estar malita no es nada divertido.

Y, aunque me guste que todos me cuiden y la gelatina de fresa...prefiero ir al cole.





LOS ABUELOS (Avance)

El domingo nos fuimos a visitar a los abuelos.
Siempre que vamos me lo paso muy bien. El abuelo juega conmigo a todo lo que yo quiera; a la pelota, al escondite, hasta alguna vez se ha puesto los patines de papá y nos hemos ido a patinar por el pueblo.
La abuela le regaña siempre porque dice que ya es mayor para hacer esas cosa y que se acabará haciendo daño, pero él no le hace caso; me mira, me guiña un ojo y sonríe.
¡El abuelo es genial!

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miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA EXCURSION.

Me levante muy temprano, cuando aun estaba amaneciendo.
Faltaba mucho rato para que sonara el despertador pero estaba tan nerviosa que ya no podía dormir.
Por fin había llegado el gran día: ¡Nos íbamos de excursión al bosque!
Blue Butterflies tiene un pequeño bosque y, cada año, nos vamos con el cole a ver las mariposas azules.
¡Son tan bonitas!
Mientras yo desayunaba, mamá me preparó un bocadillo.
Lo metió en mi mochila con dos manzanas, una para mí y otra para Liko, que siempre se viene conmigo a la excursión del bosque, unas galletas y una botella de agua.
Mamá dice que cuando se sale a caminar hay que llevar agua porque, si no bebemos, nos podemos deshidratar.
Hacía un día precioso, con el sol brillando en lo alto del cielo, así que cogí mi gorra favorita. Es una que me trajo papá de uno de sus viajes y que tiene dibujada una mariquita y, aunque apenas se veían nubes, también cogí mi chubasquero, por si acaso.
Salí corriendo de casa con Liko asomando la cabeza fuera de mi mochila y, con las prisas, se me olvidó darle un beso a mamá.
Pero ella me lo recordó.
-Ni se le ocurra, señorita, irse sin darle un beso a mamá- me dijo sonriendo. Y, después del beso, me fui corriendo al cole.
Al poco de llegar, nos pusimos en marcha y, en apenas un ratito, ya habíamos llegado al bosque.
Siempre acampamos en un claro que está junto al riachuelo. Allí dejamos las mochilas y nos fuimos con nuestra profesora.
Nuestra "profe" se llama Estela.
Es muy alta, tiene el pelo rojo y los ojos grandes y verdes y todos creemos que es muy guapa. Sobre todo mi hermano Paul, que siempre se pone colorado cuando habla con ella.
Además de guapa es muy buena y divertida y nos encanta que nos cuente cosas de las mariposas y de otros animales.
Nos explicó cómo las mariposas primero son orugas y comen hojas y después, cuando se convierten en mariposas, ya no pueden masticar y se alimentan bebiendo néctar de las flores o savia de los árboles. También nos dijo que las mariposas azules son de las más grandes del mundo y que sus alas son marrones por la parte de abajo para "desaparecer" cuando vuelan entre las plantas y así despistar a sus enemigos.
A mí las orugas me dan un poco de repelús pero me parece mágico cómo luego se transforman en mariposas.
Una ardilla bajó de un árbol mientras estábamos viendo las mariposas.
La "profe" nos contó que las ardillas de los árboles, porque por lo visto hay muchas clases, comen frutos secos, bayas y flores y, a veces, también algunos insectos.
Mientras Estela nos contaba todas estas cosas, Liko no paraba de husmear por todos los sitios. Su nariz lo olía todo y, aunque no suele ser muy veloz, en el bosque siempre se mueve muy rápido. Papá me dijo una vez que es porque reconoce olores de cuando era pequeñito y vivió allí.
Al medio día nos sentamos a comer y era muy gracioso ver como las mariposas no paraban de revolotear a nuestro alrededor. Una se me posó encima y no me atrevía a moverme porque me daba pena que se fuera. ¡Son preciosas!
Y a Liko se le posó una tan grande que parecía que le hubiesen salido alas. Todos nos reímos cuando le vimos caminar con ella en la espalda.
Descansamos un rato después de comer y luego
nos acercamos al río. Vimos ranas y la "profe" nos dijo que eran "anfibios" y eso es que, cuando nacen y son jóvenes, viven en el agua y, cuando crecen, viven fuera, en tierra. ¡Sí que son listas las ranas!
Y así, entre bichos, se nos pasó el día y, cuando el sol ya estaba un poco bajo, recogimos todo para regresar a casa.
Nos aseguramos de no dejar basura por ningún sitio, porque ya sabemos que es malo para las plantas y los animales, y nos pusimos en marcha.
Liko se acurrucó dentro de mi chaqueta y se durmió. Estaba agotado.
Y yo también estaba cansada pero feliz, porque me encanta nuestra excursión anual para ver las mariposas, nuestras bonitas Blue Butterflies.






LA FIEBRE (Avance)

Cuando me desperté noté mi carita ardiendo y me costaba abrir los ojos.
Paul me dijo que parecía un tomate de los del huerto del abuelo y sé que lo dijo para hacerme reír, pero me sentía tan malita que no me hizo gracia. Él y Sophie me miraban con cara de preocupación, pero no sabían qué decirme para que me sintiera mejor.
Mamá vino y me puso el termómetro.
- Treinta y ocho y medio - dijo - Hoy no irás al cole -.

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domingo, 7 de junio de 2015

EL GATITO (2ª Parte)

Dormía, plácidamente, acurrucado junto a Liko.
Casi parecía otro pompón.
Era un gatito precioso y creía que no sería difícil encontrarle un hogar, pero cuando, ese día, pregunté a otros niños en el cole, ninguno podía llevárselo a casa.
Un niño me dijo que tenía alergia a los gatos y que estornudaba sin parar cuando estaba cerca de uno.
Una niña me dijo que le daban miedo, porque el gato de su prima la había arañado cuando le quiso acariciar.
Otro niño dijo que tenía un perro y que se lo
comería en cuanto lo viera.
¡Ay, no!... ¡eso sí que no!
Y la profesora dijo que ya tenía dos y que no podía adoptar más porque su casa era muy pequeña.
Así que, de momento, seguiría con nosotros.
En los días que estuvo en nuestra casa, el gatito y Liko se hicieron buenos amigos.
Se escondía detrás del sofá o bajo la cama y, cuando Liko se acercaba, le saltaba encima y él se hacía una bola. Se lo pasaban genial y hasta dormían juntos en la cama de Liko.
Bueno, no siempre; alguna mañana me desperté con él acurrucado debajo mi pelo, con su carita pegada a la mía.
A mí, lo que más me sorprendía, era lo rápido que crecía. En pocos días ya era tan grande como Liko y, por lo que veía, en unos días más ya sería hasta mayor que él.
Papá me explicó que los animales crecen muy rápido y que, en pocos meses, ya son adultos.
Así que el gatito sería un hermoso gato grande antes de que me diera cuenta.
Pero teníamos que encontrarle una casa lo antes posible, porque es más difícil que alguien quiera adoptar un gato grande.
Una mañana, al ir caminando al cole, me fijé en la casa de la esquina.
Es una casita preciosa, con una valla blanca y un jardín lleno de flores. La señora que vive allí es muy amable y siempre me sonríe y me dice
"Buenos días" cuando me ve.
Al pasar, vi que estaba regando las flores y, como siempre, me saludó.
Me acordé de que tenía un gato muy bonito, de rayas grises y pelo largo, y le pregunté por él.
-Mi gatito murió hace meses. - me dijo, con la mirada triste. -Ya era muy mayor-.
Me dijo que le echaba de menos y que, sin él, se sentía muy sola.
Entonces le conté lo del gatito blanco, como le rescaté de debajo del coche, que lo llevamos al veterinario y que estábamos cuidándolo hasta que le encontráramos un nuevo hogar.
Y, de repente, la señora de la casita de las flores, volvió a sonreír y me dijo:
-¿Sabes, Annette?, yo estaría encantada de que viviera conmigo... si tú quieres, claro. -
¡Y claro que quería! No podía haber encontrado una "mamá" mejor para él.
Papá y yo se lo llevamos esa misma tarde y, en cuanto lo vio, dijo que se llamaría Algodón.
Y como ya han pasado unos meses, Algodón ya es un gato grande.
Cuando paso por allí siempre le veo. A veces está jugando a perseguir mariposas y, otras veces, está acostado en el regazo de la señora de la casita, mientras ella lee un libro.
Me siento bien por haber recatado a Algodón y me siento aún mejor porque es feliz y hace feliz a la señora de la casita de las flores.




LA EXCURSIÓN (Avance)

Me levante muy temprano, cuando aun estaba amaneciendo.
Faltaba mucho rato para que sonara el despertador pero, estaba tan nerviosa, que ya no podía dormir.
Por fin había llegado el gran día; ¡Nos íbamos de excursión al bosque!
Blue Butterflies tiene un pequeño bosque y, cada año, nos vamos con el cole a ver las mariposas azules.
¡Son tan bonitas!

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domingo, 3 de mayo de 2015

EL GATITO (1ª Parte)

Cuando le vi, me recordó a Liko.
Estaba acurrucado junto a la rueda y, cuando me agaché para acercarme, se metió debajo del coche.
Le llamé, pero no quería salir. Me miraba con los ojos muy abiertos y, aunque hacía calor, temblaba, supongo que más por miedo que por frío.
No sabía qué iba a hacer para sacarle de allí, pero sí sabía que no podía dejarle.
Me senté en la acera, pensando, y miré a Liko que
estaba a mi lado. Miraba al gatito escondido bajo el coche y se me ocurrió que, tal vez, él pudiera hacerle salir.
-Liko, ve con él- le dije y Liko, me miró un momento y, como si me entendiera, se metió bajo el coche.
Se acercó al gatito, se olieron uno al otro y, después de un rato, Liko se dio la vuelta y salió.
Al instante, detrás de él, apareció el gatito.
Lo cogí rápido para que no se asustara y se volviera a esconder y, aunque me arañó un poco tratando de zafarse, en cuanto lo acerqué a mi, se calmó.
Me lo metí dentro de la chaqueta y nos fuimos a casa.
Subí a mi cuarto, a esperar a que llegara mamá de la compra y, cuando lo puse sobre la cama, me di cuenta de lo pequeñito que era.
Era superpequeño y cuando maullaba decía: -¡Miii, miii, miii! -
Era tan bonito y tan dulce...
Era de color blanco, aunque estaba tan sucio que parecía gris, y se me ocurrió bañarle.
Cuando lo sequé parecía una bolita de algodón. Estaba esponjoso y suave como un peluche.
-Supongo que tendrás hambre, ¿verdad? - le pregunté y le dejé allí con Liko, sobre mi cama, mientras iba a buscarle algo para comer.
Le preparé un poco de leche tibia con unas miguitas de pan porque, como era tan pequeño, no sabía lo que podía darle.
En cuanto se lo puse, empezó a comer. Pobrecito, debía de llevar
mucho tiempo sin comer nada.
Cuando estuvo bien lleno, se acurrucó junto a mi almohada y se durmió. Y Liko, que parecía estar a gusto con él, se hizo una bola y se quedó a su lado.
Por la tarde lo llevamos al veterinario.
Le dijo a mamá que debíamos "desparasitarle" y eso es darle algo para que no tenga bichos que puedan hacerle enfermar.
Le dio una especie de jarabe, que no debía saber muy bien porque no quería tragárselo y, luego, una pasta marrón que me dijo mamá que es para que, cuando se lamiera y se tragara pelos, no se le formaran bolas en el estómago.
Eso sí le gusto y no paraba de relamerse.
El veterinario dijo que estaba sano, que tenía como un mes de edad y nos dio unas bolsitas de comida para gatitos.
En el camino a casa, mamá dijo que no podíamos quedárnoslo.
-Cuando se adopta a un animal hay que ser responsable. - me dijo. -No se puede adoptar porque nos de pena. Un animal no es un juguete o una cosa que podamos dejar en un rincón si nos cansamos de tenerlo. Es un ser vivo que siente, sufre y tiene necesidades y únicamente debemos quedárnoslo si estamos seguros de poder cuidarle como se merece. -
Más tarde, durante la cena, decidimos entre todos que sería mejor buscarle un nuevo hogar. Teníamos que encontrarle una familia que le cuidara bien, que le quisiera mucho y que pudiera darle todo lo que necesitara.
Mientras tanto, se quedaría con nosotros y papá nos advirtió de que no le tomáramos mucho cariño porque, luego, sentiríamos pena al separarnos de él.
Demasiado tarde, en tan solo un día yo ya le quería un montón...
... y Liko, también.







EL GATITO (2ª Parte-Avance)

Dormía, plácidamente, acurrucado junto a Liko.
Casi parecía otro pompón.
Era un gatito precioso y creía que no sería difícil encontrarle un hogar, pero cuando, ese día, pregunté a otros niños en el cole, ninguno podía llevárselo a casa.











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domingo, 15 de marzo de 2015

EL REGALO.

Hace pocos días fue el cumpleaños de papá.
Hicimos una bonita fiesta en casa y nos divertimos mucho.
Sophie, Paul y yo decoramos el salón con una guirnalda que hicimos entre los tres. Ponía, en letras muy grandes y de colores, FELICIDADES.
Nos quedó muy bien y entre Paul y Sophie la colgaron.

Mamá le hizo una gran tarta de chocolate con cerezas. Es la preferida de papá y siempre se come un trozo muy grande. Le encanta y a mí, también.
¡Es que mamá hace unas tartas tan ricas!...


El abuelo le regaló una bolsa nueva para su cámara de fotos porque, como la usa tanto, estaba ya un poco vieja y la abuela le hizo un jersey de lana de color azul que, como ella dice, "hace juego con sus ojos". Es muy, muy calentito y le vendrá bien para cuando se vaya de viaje la próxima vez porque me ha dicho que allí, a donde irá, hace mucho frío.
Sophie y Paul le regalaron un álbum de fotos grande, con algunas de sus viajes y otras de nosotros en momentos divertidos.
A mí, la que más me gusta, es una de Liko durmiendo dentro de unas de sus zapatillas. Es un dormilón y se acurruca en cualquier sitio.

Yo me pasé días pensando qué regalarle pero, no se me ocurría nada.
Mamá me decía: -Sea lo que sea,
le encantará, porque hay que ser agradecido cuando te regalan algo y lo que cuenta es el detalle. -
-Si, pero... ¿qué detalle? - pensaba yo.
Una tarde, después de llegar del cole, empecé a dar vueltas por mi cuarto, tratando de que se me ocurriera algo.
Liko me miraba ir de un lado a otro, revolviendo cajones y abriendo y cerrando las puertas del armario una y otra vez.
Tenía cara de susto, pero, la verdad, es que siempre me mira con esa cara. Es muy gracioso.
Me senté en la cama, cerré los ojos y pensé:
-¿Qué cosas utiliza papá todos los días?; su cámara de fotos, su agenda, el bloc de notas, los bolígrafos...
¡Eso es!, un portalápices para su escritorio, así tendría siempre a mano todos sus lápices y bolígrafos cuando los necesitara.
Y decidí hacerlo yo misma.
Busqué todos los materiales por casa, porque estaba segura de que tendría todo lo necesario sin tener que comprar nada. Papá me dice siempre que hay que reciclar y que, si no es necesario, no hay porque comprar cosas nuevas para todo.
Encontré un bote. Era un poco grande y pedí ayuda a mamá para cortarlo; papeles de colores que tenía de las manualidades del cole, pegamento, tijeras y unos clips que me dio Sophie.
¡Ah! y unos botones grandes y muy bonitos que había en la caja de la costura de mamá.
Y me puse manos a la obra.
Después de cortar el bote, más o menos, del tamaño de un vaso, lo forré con un bonito papel rojo brillante.
En el borde del bote hice unos cortes en el papel, lo doblé hacia adentro un poco y lo pegué.
Recorté unos tozos de papeles de colores en diferentes formas y las fui pegando por todo el bote para darle más color y, en el borde coloqué, uno a uno, los clips porque, además de que lo hacía más bonito, era una buena idea para que papá los tuviera a mano cuando los necesitara.
Después, pegué los botones, para decorarlo un poco más y listo.
¡Quedó tan bonito!
Y, a papá, le encantó.
Me dijo: -Lo has hecho tú
y eso tiene mucho mérito pero, además, es un regalo muy útil. Desde hoy estará siempre en mi escritorio. -
Me sentí genial porque a papá le gusto mucho mi regalo y fue superdivertido hacerlo yo misma.
¿Te animas a hacerlo tú?


EL GATITO (Avance)

Cuando le vi, me recordó a Liko.
Estaba acurrucado, junto a la rueda, y cuando me agaché para acercarme, se metió bajo el coche.
Le llamé pero no quiso salir. Me miraba con los ojos muy abiertos y, aunque hacía calor, temblaba, supongo que más por miedo que por frío.
No sabía como iba a hacer para sacarle de allí pero sí sabía que no podía dejarle.



PASO A PASO PARA HACER TU PORTALÁPICES.



Necesitas estos materiales:
-Un bote de cartón, papeles o cartulinas de colores, tijeras, pegamento, clips y botones.





Paso 1: Pide a un adulto que te ayude a recortar el bote, más o menos, del tamaño de un vaso.







Paso 2: Recorta y pega el papel que hayas elegido para cubrir el bote. Debes medir el contorno y la altura (si utilizas una cinta métrica de costura te resultará más fácil) y añádele un centímetro mas de largo para poder pegarlo bien y otro de alto para doblarlo y pegarlo hacia adentro en el borde del bote.






Paso 3: Recorta figuras de colores y pegalas. Yo hice cuadrados y rectángulos pero tu puedes hacer las que más te gusten (círculos, triángulos, estrellas, corazones...






Paso 4: Por último, coloca los clips por el borde del bote y pega los botones.










¡YA TIENES TU PORTALÁPICES TERMINADO!