miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA EXCURSION.

Me levante muy temprano, cuando aun estaba amaneciendo.
Faltaba mucho rato para que sonara el despertador pero estaba tan nerviosa que ya no podía dormir.
Por fin había llegado el gran día: ¡Nos íbamos de excursión al bosque!
Blue Butterflies tiene un pequeño bosque y, cada año, nos vamos con el cole a ver las mariposas azules.
¡Son tan bonitas!
Mientras yo desayunaba, mamá me preparó un bocadillo.
Lo metió en mi mochila con dos manzanas, una para mí y otra para Liko, que siempre se viene conmigo a la excursión del bosque, unas galletas y una botella de agua.
Mamá dice que cuando se sale a caminar hay que llevar agua porque, si no bebemos, nos podemos deshidratar.
Hacía un día precioso, con el sol brillando en lo alto del cielo, así que cogí mi gorra favorita. Es una que me trajo papá de uno de sus viajes y que tiene dibujada una mariquita y, aunque apenas se veían nubes, también cogí mi chubasquero, por si acaso.
Salí corriendo de casa con Liko asomando la cabeza fuera de mi mochila y, con las prisas, se me olvidó darle un beso a mamá.
Pero ella me lo recordó.
-Ni se le ocurra, señorita, irse sin darle un beso a mamá- me dijo sonriendo. Y, después del beso, me fui corriendo al cole.
Al poco de llegar, nos pusimos en marcha y, en apenas un ratito, ya habíamos llegado al bosque.
Siempre acampamos en un claro que está junto al riachuelo. Allí dejamos las mochilas y nos fuimos con nuestra profesora.
Nuestra "profe" se llama Estela.
Es muy alta, tiene el pelo rojo y los ojos grandes y verdes y todos creemos que es muy guapa. Sobre todo mi hermano Paul, que siempre se pone colorado cuando habla con ella.
Además de guapa es muy buena y divertida y nos encanta que nos cuente cosas de las mariposas y de otros animales.
Nos explicó cómo las mariposas primero son orugas y comen hojas y después, cuando se convierten en mariposas, ya no pueden masticar y se alimentan bebiendo néctar de las flores o savia de los árboles. También nos dijo que las mariposas azules son de las más grandes del mundo y que sus alas son marrones por la parte de abajo para "desaparecer" cuando vuelan entre las plantas y así despistar a sus enemigos.
A mí las orugas me dan un poco de repelús pero me parece mágico cómo luego se transforman en mariposas.
Una ardilla bajó de un árbol mientras estábamos viendo las mariposas.
La "profe" nos contó que las ardillas de los árboles, porque por lo visto hay muchas clases, comen frutos secos, bayas y flores y, a veces, también algunos insectos.
Mientras Estela nos contaba todas estas cosas, Liko no paraba de husmear por todos los sitios. Su nariz lo olía todo y, aunque no suele ser muy veloz, en el bosque siempre se mueve muy rápido. Papá me dijo una vez que es porque reconoce olores de cuando era pequeñito y vivió allí.
Al medio día nos sentamos a comer y era muy gracioso ver como las mariposas no paraban de revolotear a nuestro alrededor. Una se me posó encima y no me atrevía a moverme porque me daba pena que se fuera. ¡Son preciosas!
Y a Liko se le posó una tan grande que parecía que le hubiesen salido alas. Todos nos reímos cuando le vimos caminar con ella en la espalda.
Descansamos un rato después de comer y luego
nos acercamos al río. Vimos ranas y la "profe" nos dijo que eran "anfibios" y eso es que, cuando nacen y son jóvenes, viven en el agua y, cuando crecen, viven fuera, en tierra. ¡Sí que son listas las ranas!
Y así, entre bichos, se nos pasó el día y, cuando el sol ya estaba un poco bajo, recogimos todo para regresar a casa.
Nos aseguramos de no dejar basura por ningún sitio, porque ya sabemos que es malo para las plantas y los animales, y nos pusimos en marcha.
Liko se acurrucó dentro de mi chaqueta y se durmió. Estaba agotado.
Y yo también estaba cansada pero feliz, porque me encanta nuestra excursión anual para ver las mariposas, nuestras bonitas Blue Butterflies.






LA FIEBRE (Avance)

Cuando me desperté noté mi carita ardiendo y me costaba abrir los ojos.
Paul me dijo que parecía un tomate de los del huerto del abuelo y sé que lo dijo para hacerme reír, pero me sentía tan malita que no me hizo gracia. Él y Sophie me miraban con cara de preocupación, pero no sabían qué decirme para que me sintiera mejor.
Mamá vino y me puso el termómetro.
- Treinta y ocho y medio - dijo - Hoy no irás al cole -.

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