Cuando me desperté noté mi carita ardiendo y me costaba abrir los ojos.
Paul me dijo que parecía un tomate de los del huerto del abuelo y sé que lo dijo para hacerme reír, pero me sentía tan mal que no me hizo gracia. Él y Sophie me miraban con cara de preocupación y no sabían qué decirme para que me sintiera mejor.
Mamá vino y me puso el termómetro.
- Treinta y ocho y medio - dijo - Hoy no irás al cole -.
Como tenía mucha fiebre, era mejor que me quedase en la cama y Sophie me trajo un zumo antes de irse al colegio porque, cuando estamos malitos con fiebre, es muy importante beber mucho y mejor si son zumos porque tienen vitaminas.
Liko siempre sabe cuándo no me encuentro bien y no se separa de mi lado. Se metió debajo de las sábanas y se acurrucó junto a mí.
Menos mal que sus púas son de lana y no pinchan, ¡¡je,je!!.
Cuando mis hermanos se fueron al colegio, mamá vino a darme jarabe para la fiebre. Había llamado al doctor y le dijo que tenía que comer algo antes de tomarlo para que no me sentara mal, así que me trajo una taza de leche con cacao y galletas.
Yo no tenía mucha hambre pero mamá insistió en que comiera un poco y después me dio una cucharadita pequeña de jarabe porque, aunque sabe a fresa y está muy rico, hay que tomar poquito de cada vez.
En mi mesilla de noche tengo un libro que estoy leyendo y que me encanta. Es la historia de una niña que se encuentra un cuervo y lo cuida. Me lo dejó mi mejor amiga porque a ella le gustó mucho cuando lo leyó y sabía que a mí me gustaría también.
Papá me contó un día que los cuervos son muy inteligentes, que les encanta divertirse jugando y que aprenden muy rápido cualquier cosa. Son muy sociables con la gente, por eso es fácil encontrar personas que tienen cuervos como mascotas y, además, son capaces de aprender palabras y sonidos humanos.
¡Sí que son listos los cuervos!
Empecé a leer un capitulo pero se me cerraban los ojitos, supongo que por la fiebre, y me dormí apenas comencé.
Me despertó mamá, un rato después. Tenía el teléfono en la mano y me dijo: -Es papá-.
Papá estaba de viaje en Africa y me contó que había visto muchos animales y que les había hecho muchas fotos.
Vio leones, gacelas, buitres pero, los que más le gustaron, fueron las jirafas y los elefantes.
Dijo que los elefantes son enormes y que había visto una manada con varias crías. Me contó, también, que las jirafas, cuando se agachan para beber, tiene que hacer mucha fuerza para mantener su largo cuello doblado hacia abajo porque tienen un musculo muy grande y fuerte en el cuello que hace que se mantenga derecho siempre.
A mí me encantan las jirafas.
Una vez vi una de cerca en un zoo y me pareció que tenía una cara muy dulce y que me sonreía. Y como papá lo sabe, me prometió que me traería una jirafa cuando volviese pero pequeñita y de peluche, claro.
A la hora de comer mamá me tomó otra vez la temperatura y, como apenas había bajado, me dio otro poco de jarabe después de tomarme una sopa calentita.
Liko seguía acurrucado junto a mí y sólo asomó su nariz un poco cuando olió la sopa, pero rápidamente se volvió a meter debajo las sabanas.
Al rato de comer me quedé dormida y me desperté cuando oí a mis hermanos reírse. Me parecía que sólo había dormido un ratito y...¡ya era la hora de la cena!
Mientras mamá preparaba la cena, Paul vino a contarme como había sido el día en el cole.
Todos mis amigos le preguntaron por mi y la señorita Estela, también, y todos deseaban que me pusiera bien pronto.
Sophie entró en mi cuarto con una bandeja; traía un sandwich y mi postre favorito: gelatina de fresa, ¡qué rico!, y mamá volvió a ponerme el termómetro.
-Treinta y siete con dos
- dijo. -La fiebre ha bajado. Si mañana ya no tienes, podrás ir al cole-.
¡Uf, menos mal!. Estar todo el día en la cama, con Liko a mi lado, no está mal pero tener fiebre y estar malita no es nada divertido.
Y, aunque me guste que todos me cuiden y la gelatina de fresa...prefiero ir al cole.
LOS ABUELOS (Avance)
El domingo nos fuimos a visitar a los abuelos.
Siempre que vamos me lo paso muy bien. El abuelo juega conmigo a todo lo que yo quiera; a la pelota, al escondite, hasta alguna vez se ha puesto los patines de papá y nos hemos ido a patinar por el pueblo.
La abuela le regaña siempre porque dice que ya es mayor para hacer esas cosa y que se acabará haciendo daño, pero él no le hace caso; me mira, me guiña un ojo y sonríe.
¡El abuelo es genial!
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Que relato más bonito.Enhorabuena por tu talento
ResponderEliminarGracias, Toñi. Ya son ocho entradas y El Mundo de Annette va creciendo poco a poco. A ver a donde me lleva...
ResponderEliminarHuyy a publicarlo en un futuro,poco a poco hasta completar el libro
ResponderEliminarHuyy a publicarlo en un futuro,poco a poco hasta completar el libro
ResponderEliminarEso tengo en mente, Toñi, pero todavía queda mucho por hacer. De momento, ahí voy, dándole vida pero, con el tiempo, todo llegará.
EliminarUna vez mas, enhorabuena!!! Y estoy totalmente de acuerdo con Toñi, amiga-socia-casi hermana, ya tenemos que empezar a darle forma a ese libro de cuentos!!! :)
ResponderEliminarUna vez mas, enhorabuena!!! Y estoy totalmente de acuerdo con Toñi, amiga-socia-casi hermana, ya tenemos que empezar a darle forma a ese libro de cuentos!!! :)
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